de la calle aquella
la pobre luz de un cigarro
en la noche serena.
¡Ya está ahí!
¡Ya me espera mi novio!
La niña no ha dejado de asomarse
cada minuto a la puerta.
¿Dónde está?
¿Por qué no llega?
Su padre le sonríe y dice:
«¡Ay mi niña, que de amor está llena!
No desesperes,
seguro que estará acabando la faena.
La jornada del campo es larga:
empieza con la luz del alba
y acaba con sus estrellas.»
«Padre, ¿crees que hoy no vendrá?
A veces se le hace tarde
y no viene, le da vergüenza.»
A la niña no le importa que sea tarde.
Ella solo quiere verlo a su vera,
y se asoma cada minuto a la puerta,
pero solo ve la noche
en la esquina de la calle aquella.
Vuelve a entrar en la casa
y entorna solo un poco la puerta;
sabe que volverá a salir
antes de que se dé cuenta.
Los minutos no pasan;
se hace larga la espera.
Se retoca el carmín
de sus estrenados besos
y siente mariposas que revolotean
mientras se estremece todo su cuerpo.
El moreno de sus amores no llega;
otra noche que no viene;
otra vez que se queda compuesta;
y hoy estrena vestido
vestido que se ha hecho ella.
Vuelve a asomarse a la puerta de nuevo
y esta vez brillan diferente las estrellas.
Ronda la luz de un cigarrillo.
¡Su novio la espera!
Centro de Promoción de la Mujer de Peñarroya-Pueblonuevo
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