jueves, 24 de octubre de 2013

Belmez y sus «crisis».

Éranse a principios del siglo XX y en el Valle del Guadiato dos pueblos «antiguos»: Peñarroya, al costado, al amparo y protegido por su peñón; algo más abajo, siguiendo el curso del río, Belmez, también recostado sobre la sima del grande y precioso pedestal de su emblemático castillo.


Entonces, los habitantes de ambos pueblos se dedicaban a la agricultura y a la ganadería, pero he aquí la gran sorpresa. Cuenta la tradición que un día la perra de un pastor de ovejas a la que había puesto de nombre «Terrible», escarbando, puso al descubierto tierra negra. ¡Había encontrado el afloramiento de una capa de carbón! En ese mismo lugar se estableció posteriormente una explotación minera a la que se le pondría por nombre el de la perra que la descubrió.

Por toda la cuenca del Guadiato siguieron apareciendo yacimientos carboníferos hasta el punto de que se creó un pueblo nuevo (Pueblonuevo del Terrrible) y también, al amparo de las minas de carbón, se crearon por la S.M.M.P. otras industrias, unas afines y otras complementarias. La zona se pobló notoriamente, llegando trabajadores de otros lugares que enriquecieron la zona extraordinariamente. Quiero mencionar aquí una circunstancia negativa, común de las cuencas carboníferas, que era la producida por la quema de carbón; por las mañanas sobre todo se podía ver sobre Belmez una capa o gran nube de humo que los belmezanos tuvimos que respirar sin poder remediarlo y que inevitablemente supuso un grave quebranto en la salud de sus habitantes.

Había otra fuente importante y nociva de contaminación, que se hacía sentir especialmente en «El Terrible» y que procedía de una fundición de plomo que habían montado, muy próxima a Pueblonuevo, y los gases que emitían los minerales de plomo, al tostarlos, producían en los paladares un gusto dulzón característico y nocivo debido a su contenido en plomo y que, sin poder evitarlo, los habitantes de la zona respirábamos y paladeábamos.

En los años 60 comienza el declive en la zona respecto al carbón, porque las capas, a medida que profundizaban, se iban empobreciendo y por tanto ya dejaban de ser rentables. Respecto al plomo, en las instalaciones de fontanería ya empezó a utilizarse hierro o cobre. Y la aparición del modernísimo gas butano. Todo este cúmulo de factores produjo en todos los pueblos de la cuenca y también en Belmez el inicio de una crisis que se fue agravando al pasar de los años hasta finalizar el siglo.

Ya a partir del año 2000, en Belmez, con la paralización casi por completo de la actividad minera, la agudización de la crisis fue aumentando y la población solamente ingresaba dinero procedente de jubilaciones y prejubilaciones y con la agravante de que el resto de personal de las minas, que aún no cumplía con las condiciones para su prejubilación, fue trasladado a Puertollano.

Los Gobiernos de turno establecieron unas ayudas para las comarcas mineras (Plan Miner) y así incentivar y ayudar a sus habitantes para instalar nuevas industrias de producción y de riqueza en la zona, ayudas que llegaban y siguen llegando con cuentagotas, poniendo infinidad de dificultades y obstáculos y algunas, hasta negándolas, aunque con anterioridad aprobadas, lo que ha producido la reacción, la indignación y la protesta de los habitantes de Belmez y también del consistorio municipal, que se ha movilizado y, llevando al frente a una alcaldesa de gran valía, han realizado movilizaciones de protesta, trabajando sin descanso para intentar, en algo, minimizar los efectos de esta maldita crisis.

Y a Belmez, como pueblo andaluz y español, también le ha llegado un viento de crisis nacional, seguramente contagiada por la que padece el mundo occidental. No hace muchos días se ha producido en USA una alarmante noticia que confirma la depresión, esperemos que no sea como la de 1929 (Gran Depresión), que con toda seguridad afectaría a Europa de forma muy negativa. Visto lo que está sucediendo, creo que vamos a padecer crisis durante bastantes años e, inevitablemente, esta nueva situación va a obligar a los dirigentes mundiales a que se planteen, muy seriamente, dos cuestiones muy importantes, la primera, una nueva y más justa distribución de la riqueza; y la segunda, una recomendación, muy seria, a la sociedad, de que hay que parar el crecimiento demográfico... Si no..., ¡¡seguirá la crisis!!

Emilia
Asociación de Mujeres «Kronos» de Belmez

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