jueves, 9 de octubre de 2014

Doce poemas de Conchi Morales.

CICLOS QUE PASAN

Luna creciente,
te veo diferente.
Te asomas a mi ventana
toda complaciente.
Tu brillo especial,
tu belleza sin igual...
Pasados unos días nada más,
 más brillo nos darás.
Después, haciendo tu ciclo natural,
 por unos días nos dejarás.
Hay que abrir los ojos
para mirar toda la belleza
que a nuestro alcance está.
¡Disfrutad y aprovechad!
Porque nuestro ciclo también acabará.

DECISIÓN

Cruzó la puerta;
no dijo nada;
no tuvo fuerzas:
lo dijo todo con su mirada.
Rabia y dolor
 en todo su ser sintió.
Pena, dolor y alegría
 y… ¿por qué no?
valentía.

INGRATITUD

Que no me vaya yo de aquí 
sin poderte decir la época y años que me tocó vivir.
Caminos largos, maltrecho frío,
 nieves y lluvias.
Anda que andarás y nunca llegarás.
Nadie en el camino, nadie de vecino.
Ni un resguardo donde encontrar cobijo.
Cuando los autobuses sólo existían en la gran ciudad
los de las comarcas tenían que andar y andar.
Anda que andarás y nunca llegarás.
¿Y tú, qué?
 Solo te falta volar para poder llegar.
Anda que andarás y nunca llegarás.

LA EDAD

¿El amor tiene edad?
¿La pasión tiene edad?
La entrega total, el frenesí
después de muchos años se puede sentir.
El sexo en la mujer no se acaba, está dormido.
Búscalo y te saldrá al camino.

(A mi nieto Joserra)

Mi príncipe de las mareas, serás siempre para mí.
Mi vida entera cambió el día que te vi venir
con tus ojazos negros, con tu carita de querubí.
Tu corazón en mi pecho por primera vez sentí latir.
Nanas te he cantado
y en mi regazo dormidito te has quedado.
Cuando fuiste creciendo
en lo que he podido te he guiado,
te he aconsejado y te he mimado.
Un hombrecito eres hoy
 y soy yo la que te pide ayuda.
Quiéreme, mímame y guíame
aunque sorda, vieja y torpe esté.

(A mi hija Pimpo)

A mi hija Pimpo su padre llamó.
Una niña con ojos avispados nos miró.
¿Esa soy yo? preguntó.
Mucho amor y mucho mimo desde pequeña vivió.
En un colegio estatal su educación se forjó
y fue la mejor.
Entre tarros de AVON, colonias y cremas
 que su madre vendía,
y en sus ratos libres se entretenía.
Nombres, letras y un mundo por descubrir.
Pimpo ¿qué haces aquí?
Quiero saber, quiero leer, letrada seré.
Y yo, ahí estaré.
Oler el tacto de tus manos, la fragancia varonil de tu piel
me transportó a aquellos años, los de mi niñez.
Llámame Pimpo, dímelo otra vez,
que mis sentidos retengan aquello que no quiero perder.

PARA ANGÉLICA

Vendaval,
tormenta en el desierto, con aroma sensual.
Brisa marina,
florecilla del campo,
corazón tierno,
rebosante de amor, deseando entregar.
Corres caminos sin parar,
 tus ojos chispeantes con un brillo sin igual.
¿Dónde pararás? ¿Hacia dónde vas?
Dulce anhelo buscas sin parar.
En su voz un dulce matiz a rosas y azahar.
Sus maletas vienen y van.
Tantas etiquetas no se pueden contar.

NOSTALGIA

Un día te tuve. Estabas ahí
frente al mar, frente a mí.
Bienestar y felicidad me supiste dar.
No te supe retener. Te perdí.
 Una década después, otra vez estoy aquí,
frente al mismo mar.
¿Vendrás a mí?

LA ESTACIÓN

Despedida,
melancolía,
besos,
abrazos,
un TE QUIERO
Y HASTA LUEGO.
El tren arranca,
corazón dividido.
Las frases surgen;
yo no te olvido.
Y corren los pensamientos
igual que los paisajes
por la ventanilla
de un tren que no he cogido.

(De Geles a Peti)

Una mañana sin pensar tus ojos de lince me fueron a atrapar.
Verdes como el mar,
me atrajeron sin parar, tu diminuto nombre atrajo mi curiosidad.
Fuerte, tenaz, como un potrillo en el campo, libre, te fuiste a criar.
Desde el cielo, veloz, me has de decir lo que es una alondra o una perdiz.
Cosas grandes empiezan con Peti:
puerta de mi corazón que yo abrí de par en par para que entraras tú;
película que vimos juntos, los dos reíamos igual;
perfume a hierba del campo que me traías tú;
Peti de petit suisse no es lo que creo yo;
peti-rrojo, amigo del ruiseñor.
Cuando me enseñaste sus trinos, cautivaste mi corazón.

COBARDÍA

Atrapada en un tiempo, sin valor para salir,
añora poderlo algún día conseguir.
Barreras en su corazón,
la lengua seca se le quedó.
Palabras mudas
a las que nunca la luz le dio.
Pensamientos marchitos
olvidados por el desamor.
Deseos dormidos quietos,
inertes, esperando la ocasión.
Adiós juventud, tersura, hermosura,
esplendor.
Dónde todo eso quedó.
Con arrugas en sus ojos
y en la comisura de sus labios,
su sonrisa nunca perdió.

REFLEXIÓN

Un por siempre,
un anhelo,
un por qué,
un te quiero.
Camino andado,
recorrido,
hecho pasado por un mal trecho.
Nunca entendí por qué el olvido
después de tanto vivido.
Sentí que la distancia no tiene poder
para yo dejarte de querer.

Conchi Morales
Asociación de Mujeres de La Coronada

No hay comentarios:

Publicar un comentario