viernes, 24 de octubre de 2014

El chico de la pulsera.

Calle con luces de candela,
¿qué tienes, que cuando te miro
mi inquietud despiertas?

Calle de poquitas casas,
calle con luces de candela
que cada noche de verano
no puedo acostarme
sin salir a verte,
sin contemplarte a través de la reja,
reja por donde a veces
escapa un pájaro de libertad
y otras está custodiada
por el más temible centinela.

Calle de poquitas casas,
sin izquierdas ni derechas,
la paz del campo
a uno y a otro lado,
calle sin fuente ni plazuela:
solo la luz de tus farolas
vela el sueño
de nuestras queridas peñas
que dibujan siluetas en el cielo
bajo un telón de estrellas.

¡Ay! Calle de poquitas casas
con tus luces de candela,
quizás paseara estrenada juventud
por tu asfalto y por tu acera
la niña de mis ojos
y quizás alguien
al son de una guitarra
a los vientos del sur
le dijera:
—Hasta volver, eres tú,
te dejo mi pulsera.

Quizá la niña de mis ojos
ni a mirarlo se atreviera;
solo sintió acelerar su corazón
y en su mano la pulsera.

¡Ay! Calle de poquitas casas,
calle con luces candela,
el tiempo se llevó la juventud,
la juventud que no entendía
de amores, intrigas ni tretas;
dejó que el viento del sur
se llevara al chico de la pulsera,
que se lo llevara a los mares
y la niña de mis ojos en el mar
perdió sus señas.

Galante marinero,
¡quién recibiera tus poemas!:
aquel que decía que la distancia
es solo un puente y no una barrera.
¿Por qué escuchaste, niña de mis ojos,
las intrigas y las tretas
y dejaste que tu corazón
tuviera la puerta abierta
por donde entró otro amor
y por donde dejaste ir al poeta.

¡Ay! Calle de poquitas casas.
¡Ay! Calle sin plazuela,
aún respiro tu aire
y camino por tu acera
y los vientos del sur me traen
canciones de Andalucía
y a mi chico de la pulsera,
que se quedó en el mar
cantándole a las sirenas,
pero siempre le recordaré
con su camisa de cuadros,
su guitarra
y la alegría de un poeta.

A mi gran admirador de Andalucía, que con tu pelo rizado, tu gran sonrisa y sentido del humor llenabas de alegría nuestras tardes en el parque a toda la pandilla, con todo mi cariño, al primer amigo de juventud. Que Dios te bendiga y te tenga en la mayor de las glorias.

Dolores Caballero Rodríguez 
Centro de Promoción de la Mujer de Peñarroya Pueblonuevo

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